miércoles, 25 de noviembre de 2015

La ofensiva inglesa

Inglaterra se convierte en una gran potencia con Isabel I, quien asciende al trono en 1558. Durante los treinta primeros años de su reinado no protagonizó ninguna guerra abierta contra España, aunque tampoco hizo nada para evitar que ingleses como el contrabandista de esclavos Hawkins o el corsario Drake atacaran América. Pero su política internacional viró hacia una posición opuesta en 1588, después de la derrota de la Gran Armada. A partir de entonces, tanto ella como su sucesor Jacobo I, concedieron patentes de corso a diversos personajes que asaltarán puertos, naves y otras posesiones españolas en el Nuevo Mundo.
Estos dos piratas atacaron Cartagena de Indias, Hawkins en 1568 y Drake en 1586. El primero bloqueó, sin mucho éxito, la ciudad cuando el gobernador le prohibió, según las leyes de Indias, comerciar en ella con esclavos. El segundo atacó Cartagena tomándola por completo y devolviéndola tras un alto rescate. Después de este ataque, Drake se unió a la defensa de Inglaterra frente a la Gran Armada y, en 1595, junto a Hawkins atacaron las plazas y barcos españoles en el Caribe, con el apoyo total de Isabel I. Pero esta misión fracasó por las disensiones internas en el mando inglés y por la resistencia española. Hawkins murió en combate y Drake intentó tomar Panamá, aunque fracasó nuevamente y murió.
A finales del siglo XVI, la lucha contra el exclusivismo español, tanto por los corsarios apoyados por sus reyes como por otras acciones piráticas, tuvo su culmen en Hugo Grocio y su teoría del mare liberum, que rechazaba la posesión del mar por una nación concreta. Esto fue muy bien acogido por las monarquías europeas que se lanzaron a la conquista de territorios que, según el Tratado de Tordesillas, pertenecían a la Monarquía Hispánica o a Portugal.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Los Infortunios de Alonso Ramírez

El autor de esta obra es Carlos de Sigüenza y Góngora,  que fue matemático, cosmógrafo, filósofo, investigador de las culturas indígenas y coleccionista de antigüedades, aunque sobresalió por sus dotes literarias y su espíritu científico. Nació en México en 1645, perteneciente a una familia que trabajaba al servicio de la casa real. Recibió una esmerada educación durante su niñez, en 1662 ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús y en 1667 se le pidió la dimisión e ingresó en la Universidad Real y Pontificia  de México. En 1672 obtuvo la cátedra de astrología y matemáticas. Murió en 1700, dejando doce obras impresas, muchas inéditas, y una merecida reputación de sabio.
Su personalidad se destaca en la cultura del Barroco, hasta el punto de representar la cumbre del pensamiento criollo. Además muestra su interés por profundizar en la figura de los criollos, ya que era uno de los problemas que se daban en la colonia. Durante este periodo, el barroco es fundamental para el desarrollo de las letras y el conocimiento en general. Dentro de una  sociedad criolla, Carlos de Sigüenza realiza un importante aporte cultural e intelectual a la comunidad mediante el desarrollo de sus obras e investigaciones. Se convierte en la figura que representa los sentimientos y anhelos de la sociedad de Nueva España, que trata de conseguir una voz propia en un mundo dominado por las naciones europeas, a las que trata de emular. En este sentido, sus escritos constituyen una de las bases para la fundación de la cultura criolla, determinada por el fuerte patriotismo con la que se crea. Todos sus escritos, ya sean  científicos, históricos o religiosos tienen un rasgo en común, la exaltación de lo propio. Sin embargo, no tuvo en vida el reconocimiento que posteriormente se le tributa. Sus contemporáneos no siempre percibieron el alcance de sus escritos, que con frecuencia fueron objeto de fuerte rechazo, denuncias o desprecio.  Carlos de Sigüenza y Góngora da forma a su conocimiento de acuerdo a las necesidades que él ve en su época, es decir, todas sus obras se orientan hacia  la constitución de una patria, un espacio que le pertenezca a los mexicanos en  su  dimensión geográfica y simbólica, que se ha de reconquistar.

Espejo de paciencia

Nos encontramos ante un poema épico, escrito en 1608, que trata sobre el rapto y posterior liberación del obispo de La Habana, Juan de las Cabezas Altamirano, por parte de corsarios franceses. Esta obra consta de la siguiente estructura: la carta dedicatoria, los sonetos introductorios, el canto primero, el canto segundo y  finalmente, el motete que cierra la obra. Espejo de Paciencia, se considera como la primera obra literaria cubana, y muestra la variedad cultural de su contexto en la que conviven nativos y criollos, españoles colonos, piratas franceses, italianos y portugueses.

Su autor, Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, natural de las Palmas de Gran Canaria, inició su relación con el Nuevo Mundo a través de sus viajes de ida y vuelta entre las Canarias, Cartajena de Indias, Río de la Hacha, la Isla Margarita y posiblemente Cuba, antes de su establecimiento definitivo en dicho lugar, a partir de 1592. En 1600, Balboa compró la plaza de escribanía en Puerto Príncipe, lo que le permitió su estancia permanente en Cuba.

El protagonista del poema y víctima del secuestro, Fray Juan de las Cabezas Altamirano, fue nombrado décimo tercer obispo de la Habana por el rey Felipe III en 1602. Llegó a Cuba en Septiembre de 1603. Durante una visita anual al interior de la isla, fue secuestrado por el corsario francés Gilberto Girón, con la intención de hacer pagar a la villa un enorme rescate. La obra narra la agrupación y el acuerdo de los vecinos de Bayamo para atacar al corsario en el momento del rescate. Entonces se produjo una lucha en la que finalmente los corsarios fueron derrotados y su capitán falleció a manos del esclavo Salvador Golomon.

Balboa realizó esta obra para conmemorar el secuestro del obispo y llevar a cabo la proyección de un héroe colectivo. El poema también nos muestra una comunidad de vecinos unidos por unos ideales comunes, pero a su vez, individualizados y con la consiguiente identifacion de cada uno de sus combatientes por su nombre. Es por ello que Espejo de Paciencia pretende construir ficciones con una finalidad ideológica. Logra presentar mediante esta ficción a una comunidad compuesta por individuos idealizados que defienden su territorio frente al ataque de enemigos extranjeros, en este caso, piratas franceses.  









A continuación, presentamos un fragmento del canto primero de la obra, concretamente tres estrofas:

(..) De amor diré las grandes maravillas
que obró en el pecho de este obispo santo;
pues por sus enemigos de rodillas
rogaba a Dios con lágrimas y llanto.
sus trabajos, angustias y mancillas
serán adorno de mi débil canto;
que tanto es mayor lástima el agravio
cuando el paciente principal o sabio.

las armas cantaré con que la ofensa
dio al ofensor la pena merecida;
justo castigo de la mano inmensa
a una maldad tan grande y atrevida:
que el gran Señor que todo lo dispensa
y a todos con su gloria convida,
si disimula como padre amigo,
como severo juez nos da el castigo

también diré el valor y valentía
de veinte y cuatro militantes monteros,
que con agilidad y bizarría
mostraron contra Francia sus aceros,
y desnudos de escudos en un día
dieron la muerte a veinte y seis guerreros,
y un capitán ilustre, grande hombre,
que Gilberto Girón había por nombre.(…[1])


[1] de Balboa, Silvestre. 2010. Espejo De Paciencia. Madrid: CATEDRA Letras Hispánicas.

Corto Maltés

Hugo Pratt, autor nacido en 1927 en Italia, es el creador del personaje Corto Maltés. Con diez años se trasladó a una colonia italiana en Etiopía, donde se hizo amigo de un joven etíope que era criado de su familia. Gracias a esta amistad Pratt adquirió un valor que posteriormente plasmaría en el cómic que estamos tratando: el respeto por las culturas. Años después es repatriado a Italia. Durante la Segunda Guerra Mundial colabora con el bando de los Aliados. Ya finalizada la guerra, Pratt comienza su carrera como dibujante. En su primera etapa se integra en el famoso “Grupo de Venecia”, con autores como Alberto Ongaro o Ivo Pavone, entre otros. En estos inicios, tanto el dibujo como la narración de Pratt siguen la estela americana. Será a partir de 1953 cuando el autor desarrolle su propio estilo, tras una prolongada estancia en América del Sur. En julio de 1967, gracias a la colaboración de un admirador de Pratt, Fiorenzo Ivaldi, sale a la luz la revista Sgt. Kirk, donde se publica por primera vez Una ballata del mare Salato (La balada del mar Salado). Con esta publicación empezarán las famosas aventuras de Corto Maltés, el personaje más representativo del autor y uno de los grandes hitos de la historia del cómic.
Corto Maltés (Corto Maltese en su versión original) es el protagonista de doce cómics de aventuras ambientados entre los años 1904-1925, es decir, que incluye el periodo de la Primera Guerra Mundial, en la que nuestro protagonista participará traficando con carbón para los alemanes. Corto Maltés nació en La Valetta (Malta) el 10 de julio de 1887. Su madre era una gitana conocida como la Niña de Gibraltar, sevillana de nacimiento, y su padre un marinero de Cornualles (Inglaterra). Debido a su ascendencia paterna, Corto es súbdito británico, con residencia oficial en La Antigua (Antillas). Pasa su infancia en Córdoba. Una gitana amiga de su madre, al leerle la mano, ve que no tiene línea de la fortuna así que nuestro protagonista, ni corto ni perezoso, se graba una a su gusto con la navaja de afeitar de su padre. Estas pinceladas biográficas de Corto Maltés se cuentan en el primer cómic en el que aparece, "La balada del mar salado", que comienza cuando el maltés es recogido del agua por su amigo Rasputín: su propia tripulación lo había dejado atado a una balsa a la deriva tras amotinarse para quedarse con el armamento que transportaban. Además de Rasputín, vemos otra serie de personajes recurrentes en las aventuras de nuestro protagonista, como el jefe pirata “El Monje” y sus sobrinos Caín y Pandora (de la que Corto está enamorado). Aparecen personajes muy relevantes históricamente como Djougatchvili, el futuro Stalin, con el que Corto traba una amistad que posteriormente le sacará de un apuro, o el periodista y escritor Jack London. Pero sin duda el alter ego de nuestro pirata es su amigo Rasputín, con el que coincidirá en varias ocasiones. Tienen una extraña relación de amistad, porque si bien se ayudan entre ellos y comparten aventuras, lo cierto es que los dos son bastante egoístas y van cada uno a lo suyo. Como lectores, empatizamos más con el personaje de Corto, porque conocemos más sobre él y además su enamoramiento de Pandora saca a la luz su lado más sensible.

De la mano de este pirata viajamos desde Japón a Sudamérica, pasando por Europa y también África. Al igual que su autor, Corto recorre buena parte de la geografía. Tratar de encontrar las minas del rey Salomón o intentar descubrir un continente perdido son solo algunas de las aventuras que nos cuentan estos cómics. Todo ello con un telón de fondo histórico, sobre todo bélico, y la aparición de varios personajes relevantes de la Historia.

La piratería en América (ss. XVI-XVIII)

Después del descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492, las coronas castellana y portuguesa firmaron el Tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494) por el que se dividían el mundo a partir de una línea trazada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Los territorios al este serían portugueses y los del oeste castellanos. Este tratado convertía en ilegal toda navegación y comercio extranjero en estos mares (teoría del mare clausum). A la vez, ingleses, franceses, daneses y holandeses deseaban enriquecerse con el Nuevo Mundo, pero no podían hacerlo legalmente, por ello comenzó en estos lugares el fenómeno de la piratería, así como apareció también la figura del corsario (pirata con patente de corso, es decir, autorización real para asaltar embarcaciones y puertos castellanos).
Los primeros ataques piráticos tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XVI. Fueron los cometidos por Francia: San Germán (1528), La Habana (1537), Santiago de Cuba (1543), Santa Marta (1544) o Baracoa (1546). En estos ataques destacan los primeros piratas franceses en aguas caribeñas: Roverbal, Cote, Bontemps, Hallebarde o François Le Clerc (Pata de Palo).
Pero la piratería solo comenzó a manifestarse realmente en la segunda mitad del siglo XVI, cuando las naciones europeas enemigas de la Monarquía Hispánica se vieron atraídas por las minas de plata. Este fue el caso de Inglaterra, quien relevó a Francia en el mundo de piratas y corsarios.

Del capitán Morgan y la toma de Panamá en la obra de Alexandre O. Exquemelin



El cirujano francés Alexandre Olivier Exquemelin nacido en el año 1646 probablemente posea una de las vidas más propias de novela de aventuras o de película de Hollywood que ha llegado hasta nosotros. Este personaje, no tan reconocido como debería serlo, ha hecho posible, en gran medida, que hoy en día conozcamos las vidas y hazañas de algunos de los piratas, bucaneros o filibusteros más míticos de la historia de las aventuras marinas como pueden ser el capitán Morgan, Michel el Vasco o Nau l’Ollonnais. La biografía aventurera y por lo tanto literaria de Exquemelin comienza en 1666 cuando en Francia, Luis XIV prohíbe a los cirujanos protestantes ejercer su profesión. Mediante un engaño del gobierno francés es mandado a la isla de Tortuga donde realiza labores forzosas durante tres años. Una vez finalizada su labor ahí conoce al bucanero l’Ollonnais, alistándose como miembro de su tripulación en calidad de cirujano. Es aquí donde empieza su andanza con los verdaderos “Piratas del Caribe”.
Especial atención quiero centrar en el relato que hace Exquemelin sobre la toma de la ciudad de Panamá, ciudad perteneciente a los españoles, por el capitán Morgan y su ejército de bucaneros franceses e ingleses. Cuenta la crónica como Morgan parte de isla Española con un total de 36 navíos, 239 cañones y 1846 hombres el 16 de diciembre de 1670, una vez se habían abastecido, en dirección a Panamá, por lo que en aquel momento se conocía como mar del Sur. La primera parada donde Morgan y los suyos siembran el caos es la isla de Santa Catalina, a cargo del gobernador Mansvelt. La isla es tomada y utilizada como punto de abastecimiento.
La segunda parada será el castillo de San Lorenzo de Chagre, situado en la misma desembocadura del río Chagre el cual lleva hasta la ciudad de Panamá. Una vez llegados a este punto el ejército de 1200 filibusteros se dividiría en dos facciones: unos avanzando por el río con barcas y naves pequeñas hasta donde la maleza lo permitiera y otro avanzando por tierra. En este último grupo se encuentra Morgan. La travesía a pie dura diez largos días durante los cuales los piratas sufren grandes penurias. Muchos de ellos enferman a causa del agotamiento y además son atacados por indios, que les disparan “una lluvia de más de cuatro mil flechas” causando muchos estragos. Sin embargo la mayor penuria que pasarán será el hambre, llegando incluso a comer trozos de cuero recalentados. Finalmente ya próximos a la ciudad de Panamá son enfrentados por un pequeño ejército de españoles compuesto por infantería, caballería y reses, que atacan a los piratas, como toros y vacas. Pasadas dos horas los piratas habían vencido.
La toma definitiva de la ciudad se produce al día siguiente sin encontrar los piratas mucha resistencia por parte de los españoles. Apenas tres horas después de comenzada la refriega los españoles ya habían sido dominados y la ciudad comenzaba a arder. Los piratas se retiran de la ciudad el día 24 de febrero de 1671  en posesión de “ciento setenta y cinco jumentos cargados de oro, plata y otras cosas preciosas con seiscientos prisioneros…tanto hombres que mujeres, criaturas y esclavos”.  Es destacable como Exquemelin describe por un lado el arrojo de Morgan y por otro lado la crueldad del mismo. Relatando hechos virtuosos pero también algunos estremecedores como es el caso del hombre que es torturado de forma insaciable por los piratas por no decir donde se hallaba el cofre al cual daba apertura la llave que tenía colgada del cuello. En cierto modo da la sensación de que el autor prefiere no dar su opinión real sobre este ilustre filibustero, ni positiva ni negativa.
Finalmente he de decir que la crónica Exquemelin es un magnífica obra y una buena ventana a la que asomarse para conocer de una manera muy veraz lo que eran las vidas de algunos de los piratas más ilustres y las de sus secuaces durante la Época Dorada de la Piratería.

Long John Silver

En la novela La Isla del Tesoro de Stevenson el personaje que más llama la atención es el pirata Long John Silver. Podría decirse que físicamente es el modelo de pirata prototípico: "Tenía la pierna izquierda amputada a partir de la cadera, y bajo el hombro izquierdo llevaba una muleta, que manejaba con maravillosa destreza, pues saltaba con ella como un pájaro. Era muy alto y fuerte, con la cara del tamaño de un jamón: afeitada y pálida pero despierta y jovial" (Stevenson 1980, p. 53). Llevaba con él un loro de mascota, rasgo que también ha sido utilizado como característico de los piratas.

Para crear este personaje, que ha influido tanto en la imagen que se tiene de un pirata, parece que Stevenson se inspiró en su amigo William Ernest Henley, poeta inglés. Henley (en la foto) sufrió siendo niño una tuberculosis por la que le tuvieron que amputar una pierna.




Durante toda la obra se muestra a Long John Silver como un pirata poco usual en el aspecto psíquico. Desde el principio se le muestra como un hombre agradable y trabajador, que contagia buen humor y desprende energía. Este carácter suyo contrasta con la revelación que se da posteriormente de su condición de pirata: de un pirata lo común es esperar una persona más huraña y de mentalidad más despiadada, por así decirlo. El protagonista de la novela, Jim Hawkins, profesa una profunda admiración por él.
A pesar de que John Silver va cambiando de aliados según le es más conveniente para asegurar su supervivencia, se puede apreciar que tiene una parte honrada; él es bueno con sus compañeros de oficio. A diferencia del resto de piratas, sabe ahorrar y administrar el dinero, rasgo que se observa al final de la obra cuando acaba escapándose con parte del tesoro, en contraste con Ben Gunn, pirata que fue abandonado en la isla y que gasta su parte "en tres semanas o, para ser más exactos, en diecinueve días, porque al vigésimo volvió a pedir algo" (Stevenson 1980, p. 215).

Así pues, se observa que en esta novela Stevenson, a pesar de proponer la imagen que se ha mantenido a lo largo de los años del pirata prototípico, no lo presenta como el resto en su modo de pensar y actuar. Esto puede hacer que se replantee la visión que la sociedad ha tenido siempre de los piratas; siempre se han visto como personajes malos y despreciables, sin embargo John Silver se presenta como un pirata bueno, hecho que se descubre al indagar en su personalidad.

STEVENSON, R. L. (1980): La Isla del Tesoro, Madrid, Alianza Editorial.

martes, 10 de noviembre de 2015

El pirata de Walter Scott

La novela que vamos a tratar fue escrita por el escocés Walter Scott en el año 1822. Este escritor es también autor de otra gran novela como es Ivanhoe .Se desarrolla en el espacio de la isla de Mainland, en Escocia, y cronológicamente, en el año 1724.

La trama comienza con la huida de un viejo pirata de su pasado y el enfrentamiento de su hijo con otro pirata tras salvarse mutuamente la vida.
La novela nos hace un análisis socio-político del lugar en el que suceden los acontecimientos, a parte de una novela de aventuras podríamos considerarla como una novela costumbrista, que nos transporta  a la sociedad de la época y a los sucesos entramados de las vidas de los piratas.

Otra característica a destacar de la novela, es el amplio desarrollo de sus personajes. Cada uno de ellos muestra un carácter fuerte, no hay ni una sola personalidad sin desarrollar. Lo que hace que el lector se sumerja en la lectura, prácticamente apelando a nuestras emociones, ya que “conocer” a los personajes nos lleva a vivir las aventuras que les suceden con ellos, acompañándoles en su viaje, cogiéndoles cariño en ciertos casos y en otros deseando que les sucedan malas acciones. 

Además, todos estos personajes tienen su propia historia, lo que nos lleva a un entramado de tramas secundarias paralelas que se influyen y cambian de unas a otras, lo que supone que el receptor de la obra debe esperar hasta el final para aclarar todas sus dudas y entender el contexto global de la otra.


Esto se une al ritmo que el autor impregna la obra. Empieza con parsimonia, para poco a poco ir incrementando el ritmo, paralelo a la tensión e intriga creciente, que al ir esclareciendo las incógnitas atrapa al lector. A diferencia de otras novelas sobre piratas, en esta Walter Scott se centra en las aventuras y vivencias de estos saqueadores del mar.

martes, 3 de noviembre de 2015

Un microrrelato sobre El Olonés

El escritor cubano Eliseo Diego (1920-1994) compuso "En una misma tierra", un pequeño relato basado en el libro de Exquemelin y las piraterías del Olonés, pirata tristemente célebre de la segundamitad del siglo XVIII. El cuento, titulado "En una misma tierra", dice así:

Mientras Francisco Nau, llamado El Olonés, pasaba en Puerto cabello el frío filo de su alfanje por entre el hedor del m iedo, el sufrimiento y la muerte, unas leguas más arriba dos frailes franciscanos encontraban, saliendo de la villa de San Pedro, un grupo de impacientes soldados que preparaban su emboscada en la maleza. "A dónde iban los frailes -preguntó uno que hacía de jefe-. "Al Darién -contestó el más joven de los religiosos-, a sembrar en aquella tierra esta semilla". Y se llevó suavemente la mano al pecho.
"No son más fieros los indios de allí que las bestias que estamos esperando -dijo el soldado. Y para morir tanto vale el Darién como San Pedro". El joven fraile, aunque ya le había vuelto la espalda, meneó la cabeza con terquedad de hombre de campo. "No todas la tierras, no -dijo-, son la misma".
A la vuelta unas pocas horas la espera en la húmeda maleza, el escándalo de los mosquetes, los agudos clamores y el chasquido de lo hierro no eran sino un mugriento recuerdo. Frío, preciso, suave, Francisco el Olonés interrogaba a los sobrevivientes.
"Hay otro camino a San Pedro? -insistía en su voz sofocada, de espejo. Y como no le contestaran, aquella marioneta de cera se convulsionó de pies a cabeza, tembló como si fuese a quebrarse de ira-. "Muerte de Dios -sopló entre los dientes apretados-, los españoles me la pagarán".
Con la mano izquierda rasgó el hábito del misionero del Darién, que lo miraba pálido en el grupo de presos y con la derecha hundió el alfanje en el sitio justo donde aquel pusiera la mano. Luego arrancó el corazón burbujeante, y clavó los dientes pequeños, amarillos, manchados de tabaco.
meses más tarde, la terquedad del viento y la fatalidad del mar arrojaban a Francisco sobre una costa salvaje. En medio del rugiente gozo de los indios, su cuerpo, despedazado en hilachas, iba a ser tan sólo una parte de la violenta tierra del Darién.

Bucaneros





Con el descubrimiento del oro americano, los estados enemigos de la Monarquía Hispánica comenzaron a contratar piratas con el fin de entorpecer el comercio entre España y las Indias. De esta forma se distinguieron dos grupos: los corsarios, contratados por dichos estados, y los bucaneros, ladrones y aventureros independientes de cualquier autoridad.

A finales del XVII, la piratería alcanzó su máximo esplendor, llevando el terror al Golfo de México. Veracruz, Cuba, Santo Domingo, Cartagena de Indias, Panamá y Nicaragua fueron alguno de los lugares que más saqueos, asaltos y asesinatos sufrieron.


Henry Morgan, el Olonés, Michel de Grammont y Laurens de Graf fueron algunos de los piratas más sanguinarios de esta época, llevando el terror a todas sus víctimas. De entre ellos, el más destacado en Bucaneros de América es el Olonés, Francis Lolonois, por ser el capitán del autor. Este pirata, para conseguir la cooperación de sus prisioneros, les torturaba escogiendo después a uno de ellos como escarmiento. A este le asesinaba en frente de todos sacándole el corazón. 

lunes, 2 de noviembre de 2015

Autobiografía de un pirata

Alexander O. Exquemelin, médico y científico bajo el mando del pirata Francis Nau, El Olonés, nació en Francia hacia 1645. Aunque, como se dice en la Presentación, "La piratería, como el asesinato, es una de las más antiguas actividades humanas" (Philip Gosse), Exquemelin escribió uno de los relatos más completos sobre los bucaneros de finales del siglo XVII.

Este es uno de los pocos textos autobiográficos de un pirata. En él, Exquemelin divide tres partes. En la primera, hace una descripción general de la situación geográfica y social del Caribe, con la incorporación de la Isla de Tortuga a la corona francesa y de Jamaica a Inglaterra. Además nos presenta su vida en la colonia francesa. En la segunda, hace una profunda narración sobre los hechos llevados a cabo por Lolonois y Morgan. Lolonois fue uno de los primeros piratas en saquear ciudades. Morgan fue conocido por su conquista de Panamá. En la tercera parte, Exquemelin nos narra su participación en varios asaltos como el de la Isla de Santa Catalina y la toma e incendio de Panamá.


Por la visión analítica de su profesión, Alexander consiguió llevar a sus contemporáneos a las islas caribeñas comparando las realidades americana y europea. De esta forma, los lectores concebían de una manera más cercana la verdad de América. Por ello, se entendía mejor por qué los piratas actuaban con tanta energía en el Nuevo Continente.