lunes, 14 de diciembre de 2015

El Corsario negro

Mucho se ha escrito sobre los relatos de piratas en el ámbito literario, pero hoy le toca el turno a una de las mejores novelas del escritor italiano Salgari. La historia que nos ocupa gira en torno al deseo de venganza de tres hermanos, conocidos como el Corsario Negro, nuestro protagonista, el Corsario Rojo y el Corsario Verde. Estos hermanos, filibusteros, no poseían la misma forma de pensar que el resto de piratas, pues no vivían centrados en el oro y el saqueo, sino que eran nobles europeos que habían abrazado esta forma de vida como medio para poder vengarse del flamenco Wan Guld, gobernador de la colonia española de Maracaibo. El motivo era que dicho gobernador había cometido traición durante la guerra de los 30 años en Europa, causando la muerte del cuarto de los hermanos. Así pues, tras esto, los ataques de los hermanos a Wan Guld fueron continuos.
No obstante, durante estos ataques son capturados dos de los corsarios, el verde primero y, más tarde, el rojo. Ambos reciben el mismo castigo, muriendo en la horca.  Después de la ejecución, el Corsario Negro consigue recuperar los cuerpos de sus dos hermanos y, como dice él, “enterrarlos” en alta mar.
El Corsario Negro es un filibustero atípico, ya que, a pesar de sus deseos de venganza, no presenta esa violencia sanguinaria propia de los piratas. Se nos presenta como una persona que sabe reconocer la valentía de sus enemigos, como por ejemplo, la del Conde de Lerma (que acabará muerto a manos del Corsario Negro pese a la admiración que este le profesa) y la del soldado catalán que, en un primer momento, se presenta como enemigo, pero le termina ayudando a perseguir a Wan Guld.
La obra posee variados momentos de acción, como las luchas navales, los asaltos a las ciudades de Maracaibo y  Gibraltar, la persecución por la selva… En las batallas aparecen piratas famosos del siglo XVII, época dorada de la piratería, como son  Pedro el Olonés, el pirata Morgan y el Vasco,  personajes que están presentes también en otras novelas del género.
La trama se complica cuando el protagonista, ciego de ira, aborda un navío español y captura a una hermosa dama de la cual se enamora. A pesar de que una profecía le avisó de que la mujer de la que se enamorase sería su perdición, el corsario no logra resistirse a ella.
Más adelante, el soldado catalán reconocerá a la dama capturada, la cual resulta ser hija del gobernador. Entonces, el Corsario Negro, obligado por el juramento que hizo a sus hermanos fallecidos de exterminar a todo el linaje de Wan Guld, abandona a su amada en una barca a la deriva. Este suceso es absolutamente sobrecogedor, pues él quiere vengar a sus hermanos, pero no quiere manchar sus manos con la sangre de la doncella, así que decide, muy a su pesar, que el mar sea su verdugo.
—Mire —continuó el Corsario, aún más exaltado—. El mar refulge igual que la noche en que dejé caer en su seno los cadáveres de mis hermanos, víctimas del padre de usted. Allí están... mirando mi nave... Sus ojos me suplican... me piden venganza... Han vuelto a la superficie para exigir que cumpla mi juramento... ¡Sí, hermanos! Les vengaré... ¡aunque yo ame a esta mujer!... ¡Velen por ella... socórranla, porque la amo! ¡La amé!...
El relato se cierra con las lágrimas derramadas por el Corsario Negro, ante la mirada estupefacta de la tripulación, pues jamás se le había visto llorar.

Como dato de interés, cabe señalar que esta obra de Salgari es llevada a la gran pantalla de la mano de Terence Hill y Bud Spencer, aunque prácticamente la única similitud que guarda con el libro es el título.  

Piratas y Hollywood

Vamos a establecer una  evolución del cine de piratas en Hollywood mediante un breve repaso de tres películas que representan ese cambio.
            En primer lugar, tenemos la versión de Disney de la obra de Stevenson, La isla del tesoro. Esta es una película hecha para ver en familia, que respeta la imaginería en la que se basa, como los piratas cojos, con parche, con un animal de compañía, la mancha negra, la búsqueda de un tesoro, pero hecha para todos los públicos, sin atmósfera sombría.
            En segundo lugar, analizamos Piratas de Roman Polanski. Una película de aventuras con elementos cómicos. Aquí hay piratas desmitificados, dispuestos a comerse a un compañero para salvarse del hambre mientras están a la deriva en el mar, muestra cómo era la vida en barco y la relación con los oficiales españoles. Pero todo mezclado con elementos cómicos.
            Por último, recientemente nos encontramos con la saga de Piratas del caribe, también de la factoría Disney, que mezcla elementos del imaginario anterior , como los animales de compañía, la mancha negra, la búsqueda de tesoros, con la comicidad del largometraje de Polanski, de hecho se puede ver una continuidad entre el personaje de Jack Sparrow y el del capitán Red . Pero además, esta saga aporta algo nuevo, la inclusión de elementos fantásticos como la maldición, criaturas como el Kraken, artefactos maravillosos la fuente de la vida. Y aunque es de Disney las películas tiene una atmósfera sombría, especialmente la primera película.

            Como vemos, las películas, como se espera de Hollywood, tiene un esquema comercial. La primera apuesta por el cine familiar; la segunda por la comicidad mezclada con una nueva visión de los piratas y la última utiliza ambos elementos añadiendo lo fantástico que interesa tanto en estos días.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La ofensiva inglesa

Inglaterra se convierte en una gran potencia con Isabel I, quien asciende al trono en 1558. Durante los treinta primeros años de su reinado no protagonizó ninguna guerra abierta contra España, aunque tampoco hizo nada para evitar que ingleses como el contrabandista de esclavos Hawkins o el corsario Drake atacaran América. Pero su política internacional viró hacia una posición opuesta en 1588, después de la derrota de la Gran Armada. A partir de entonces, tanto ella como su sucesor Jacobo I, concedieron patentes de corso a diversos personajes que asaltarán puertos, naves y otras posesiones españolas en el Nuevo Mundo.
Estos dos piratas atacaron Cartagena de Indias, Hawkins en 1568 y Drake en 1586. El primero bloqueó, sin mucho éxito, la ciudad cuando el gobernador le prohibió, según las leyes de Indias, comerciar en ella con esclavos. El segundo atacó Cartagena tomándola por completo y devolviéndola tras un alto rescate. Después de este ataque, Drake se unió a la defensa de Inglaterra frente a la Gran Armada y, en 1595, junto a Hawkins atacaron las plazas y barcos españoles en el Caribe, con el apoyo total de Isabel I. Pero esta misión fracasó por las disensiones internas en el mando inglés y por la resistencia española. Hawkins murió en combate y Drake intentó tomar Panamá, aunque fracasó nuevamente y murió.
A finales del siglo XVI, la lucha contra el exclusivismo español, tanto por los corsarios apoyados por sus reyes como por otras acciones piráticas, tuvo su culmen en Hugo Grocio y su teoría del mare liberum, que rechazaba la posesión del mar por una nación concreta. Esto fue muy bien acogido por las monarquías europeas que se lanzaron a la conquista de territorios que, según el Tratado de Tordesillas, pertenecían a la Monarquía Hispánica o a Portugal.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Los Infortunios de Alonso Ramírez

El autor de esta obra es Carlos de Sigüenza y Góngora,  que fue matemático, cosmógrafo, filósofo, investigador de las culturas indígenas y coleccionista de antigüedades, aunque sobresalió por sus dotes literarias y su espíritu científico. Nació en México en 1645, perteneciente a una familia que trabajaba al servicio de la casa real. Recibió una esmerada educación durante su niñez, en 1662 ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús y en 1667 se le pidió la dimisión e ingresó en la Universidad Real y Pontificia  de México. En 1672 obtuvo la cátedra de astrología y matemáticas. Murió en 1700, dejando doce obras impresas, muchas inéditas, y una merecida reputación de sabio.
Su personalidad se destaca en la cultura del Barroco, hasta el punto de representar la cumbre del pensamiento criollo. Además muestra su interés por profundizar en la figura de los criollos, ya que era uno de los problemas que se daban en la colonia. Durante este periodo, el barroco es fundamental para el desarrollo de las letras y el conocimiento en general. Dentro de una  sociedad criolla, Carlos de Sigüenza realiza un importante aporte cultural e intelectual a la comunidad mediante el desarrollo de sus obras e investigaciones. Se convierte en la figura que representa los sentimientos y anhelos de la sociedad de Nueva España, que trata de conseguir una voz propia en un mundo dominado por las naciones europeas, a las que trata de emular. En este sentido, sus escritos constituyen una de las bases para la fundación de la cultura criolla, determinada por el fuerte patriotismo con la que se crea. Todos sus escritos, ya sean  científicos, históricos o religiosos tienen un rasgo en común, la exaltación de lo propio. Sin embargo, no tuvo en vida el reconocimiento que posteriormente se le tributa. Sus contemporáneos no siempre percibieron el alcance de sus escritos, que con frecuencia fueron objeto de fuerte rechazo, denuncias o desprecio.  Carlos de Sigüenza y Góngora da forma a su conocimiento de acuerdo a las necesidades que él ve en su época, es decir, todas sus obras se orientan hacia  la constitución de una patria, un espacio que le pertenezca a los mexicanos en  su  dimensión geográfica y simbólica, que se ha de reconquistar.

Espejo de paciencia

Nos encontramos ante un poema épico, escrito en 1608, que trata sobre el rapto y posterior liberación del obispo de La Habana, Juan de las Cabezas Altamirano, por parte de corsarios franceses. Esta obra consta de la siguiente estructura: la carta dedicatoria, los sonetos introductorios, el canto primero, el canto segundo y  finalmente, el motete que cierra la obra. Espejo de Paciencia, se considera como la primera obra literaria cubana, y muestra la variedad cultural de su contexto en la que conviven nativos y criollos, españoles colonos, piratas franceses, italianos y portugueses.

Su autor, Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, natural de las Palmas de Gran Canaria, inició su relación con el Nuevo Mundo a través de sus viajes de ida y vuelta entre las Canarias, Cartajena de Indias, Río de la Hacha, la Isla Margarita y posiblemente Cuba, antes de su establecimiento definitivo en dicho lugar, a partir de 1592. En 1600, Balboa compró la plaza de escribanía en Puerto Príncipe, lo que le permitió su estancia permanente en Cuba.

El protagonista del poema y víctima del secuestro, Fray Juan de las Cabezas Altamirano, fue nombrado décimo tercer obispo de la Habana por el rey Felipe III en 1602. Llegó a Cuba en Septiembre de 1603. Durante una visita anual al interior de la isla, fue secuestrado por el corsario francés Gilberto Girón, con la intención de hacer pagar a la villa un enorme rescate. La obra narra la agrupación y el acuerdo de los vecinos de Bayamo para atacar al corsario en el momento del rescate. Entonces se produjo una lucha en la que finalmente los corsarios fueron derrotados y su capitán falleció a manos del esclavo Salvador Golomon.

Balboa realizó esta obra para conmemorar el secuestro del obispo y llevar a cabo la proyección de un héroe colectivo. El poema también nos muestra una comunidad de vecinos unidos por unos ideales comunes, pero a su vez, individualizados y con la consiguiente identifacion de cada uno de sus combatientes por su nombre. Es por ello que Espejo de Paciencia pretende construir ficciones con una finalidad ideológica. Logra presentar mediante esta ficción a una comunidad compuesta por individuos idealizados que defienden su territorio frente al ataque de enemigos extranjeros, en este caso, piratas franceses.  









A continuación, presentamos un fragmento del canto primero de la obra, concretamente tres estrofas:

(..) De amor diré las grandes maravillas
que obró en el pecho de este obispo santo;
pues por sus enemigos de rodillas
rogaba a Dios con lágrimas y llanto.
sus trabajos, angustias y mancillas
serán adorno de mi débil canto;
que tanto es mayor lástima el agravio
cuando el paciente principal o sabio.

las armas cantaré con que la ofensa
dio al ofensor la pena merecida;
justo castigo de la mano inmensa
a una maldad tan grande y atrevida:
que el gran Señor que todo lo dispensa
y a todos con su gloria convida,
si disimula como padre amigo,
como severo juez nos da el castigo

también diré el valor y valentía
de veinte y cuatro militantes monteros,
que con agilidad y bizarría
mostraron contra Francia sus aceros,
y desnudos de escudos en un día
dieron la muerte a veinte y seis guerreros,
y un capitán ilustre, grande hombre,
que Gilberto Girón había por nombre.(…[1])


[1] de Balboa, Silvestre. 2010. Espejo De Paciencia. Madrid: CATEDRA Letras Hispánicas.

Corto Maltés

Hugo Pratt, autor nacido en 1927 en Italia, es el creador del personaje Corto Maltés. Con diez años se trasladó a una colonia italiana en Etiopía, donde se hizo amigo de un joven etíope que era criado de su familia. Gracias a esta amistad Pratt adquirió un valor que posteriormente plasmaría en el cómic que estamos tratando: el respeto por las culturas. Años después es repatriado a Italia. Durante la Segunda Guerra Mundial colabora con el bando de los Aliados. Ya finalizada la guerra, Pratt comienza su carrera como dibujante. En su primera etapa se integra en el famoso “Grupo de Venecia”, con autores como Alberto Ongaro o Ivo Pavone, entre otros. En estos inicios, tanto el dibujo como la narración de Pratt siguen la estela americana. Será a partir de 1953 cuando el autor desarrolle su propio estilo, tras una prolongada estancia en América del Sur. En julio de 1967, gracias a la colaboración de un admirador de Pratt, Fiorenzo Ivaldi, sale a la luz la revista Sgt. Kirk, donde se publica por primera vez Una ballata del mare Salato (La balada del mar Salado). Con esta publicación empezarán las famosas aventuras de Corto Maltés, el personaje más representativo del autor y uno de los grandes hitos de la historia del cómic.
Corto Maltés (Corto Maltese en su versión original) es el protagonista de doce cómics de aventuras ambientados entre los años 1904-1925, es decir, que incluye el periodo de la Primera Guerra Mundial, en la que nuestro protagonista participará traficando con carbón para los alemanes. Corto Maltés nació en La Valetta (Malta) el 10 de julio de 1887. Su madre era una gitana conocida como la Niña de Gibraltar, sevillana de nacimiento, y su padre un marinero de Cornualles (Inglaterra). Debido a su ascendencia paterna, Corto es súbdito británico, con residencia oficial en La Antigua (Antillas). Pasa su infancia en Córdoba. Una gitana amiga de su madre, al leerle la mano, ve que no tiene línea de la fortuna así que nuestro protagonista, ni corto ni perezoso, se graba una a su gusto con la navaja de afeitar de su padre. Estas pinceladas biográficas de Corto Maltés se cuentan en el primer cómic en el que aparece, "La balada del mar salado", que comienza cuando el maltés es recogido del agua por su amigo Rasputín: su propia tripulación lo había dejado atado a una balsa a la deriva tras amotinarse para quedarse con el armamento que transportaban. Además de Rasputín, vemos otra serie de personajes recurrentes en las aventuras de nuestro protagonista, como el jefe pirata “El Monje” y sus sobrinos Caín y Pandora (de la que Corto está enamorado). Aparecen personajes muy relevantes históricamente como Djougatchvili, el futuro Stalin, con el que Corto traba una amistad que posteriormente le sacará de un apuro, o el periodista y escritor Jack London. Pero sin duda el alter ego de nuestro pirata es su amigo Rasputín, con el que coincidirá en varias ocasiones. Tienen una extraña relación de amistad, porque si bien se ayudan entre ellos y comparten aventuras, lo cierto es que los dos son bastante egoístas y van cada uno a lo suyo. Como lectores, empatizamos más con el personaje de Corto, porque conocemos más sobre él y además su enamoramiento de Pandora saca a la luz su lado más sensible.

De la mano de este pirata viajamos desde Japón a Sudamérica, pasando por Europa y también África. Al igual que su autor, Corto recorre buena parte de la geografía. Tratar de encontrar las minas del rey Salomón o intentar descubrir un continente perdido son solo algunas de las aventuras que nos cuentan estos cómics. Todo ello con un telón de fondo histórico, sobre todo bélico, y la aparición de varios personajes relevantes de la Historia.

La piratería en América (ss. XVI-XVIII)

Después del descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492, las coronas castellana y portuguesa firmaron el Tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494) por el que se dividían el mundo a partir de una línea trazada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Los territorios al este serían portugueses y los del oeste castellanos. Este tratado convertía en ilegal toda navegación y comercio extranjero en estos mares (teoría del mare clausum). A la vez, ingleses, franceses, daneses y holandeses deseaban enriquecerse con el Nuevo Mundo, pero no podían hacerlo legalmente, por ello comenzó en estos lugares el fenómeno de la piratería, así como apareció también la figura del corsario (pirata con patente de corso, es decir, autorización real para asaltar embarcaciones y puertos castellanos).
Los primeros ataques piráticos tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XVI. Fueron los cometidos por Francia: San Germán (1528), La Habana (1537), Santiago de Cuba (1543), Santa Marta (1544) o Baracoa (1546). En estos ataques destacan los primeros piratas franceses en aguas caribeñas: Roverbal, Cote, Bontemps, Hallebarde o François Le Clerc (Pata de Palo).
Pero la piratería solo comenzó a manifestarse realmente en la segunda mitad del siglo XVI, cuando las naciones europeas enemigas de la Monarquía Hispánica se vieron atraídas por las minas de plata. Este fue el caso de Inglaterra, quien relevó a Francia en el mundo de piratas y corsarios.