La piratería ha sido un tema tratado desde la literatura
del siglo XVII a raíz de la existencia de piratas desde el siglo anterior,
sobre todo en Hispanoamérica.
En el siglo XIX durante el Romanticismo el tema de la
piratería en los textos literarios toma mucha importancia y cambia el
tratamiento de los escritores hacia él. Los piratas retratados aparecen muy
idealizados porque dejan de ser bandidos y ascienden a héroes nacionales,
representantes de los máximos valores individuales del Romanticismo.
En este momento se ensalza la figura del pirata como un
símbolo idealizado de la libertad. En la literatura hispanoamericana el pirata
se convierte en una figura positiva que encarna la libertad frente a la dependencia
respecto de España y de su sistema dominador. Por tanto, tiene una finalidad
educadora y refleja en cierto modo el tema de civilización y barbarie tan
presente en la literatura hispanoamericana. Algunos ejemplos son: Amalia (1851-1855) de José Mármol, La novia del hereje (1854-1855) e Inquisición
de Lima (1870) de Vicente Fidel López.
En Europa la literatura sobre piratas también se
consolida en el Romanticismo, en un momento de exaltación de la libertad
individual frente al predominio de la razón, de la ciencia y del determinismo.
Asimismo el pirata era la imagen de todas las aspiraciones que del individuo
romántico. Son obras en las que el protagonista se deja llevar por su yo
interior, no rigiéndose por las normas establecidas y luchando por su libertad
individual en contra de lo que le oprime. Todo ello cargado de pasión y
emociones.
Se ambientan en tiempos lejanos y exóticos, especialmente
en lugares como América. Los escritores otorgan cierta dosis de verosimilitud
como si los hechos que se cuentan fueran reales. Destacan las siguientes obras:
El corsario (1814) de Lord Byron, La canción del pirata (1839) de José de
Espronceda, La isla del tesoro (1881-1882)
de Robert Louis Stevenson o The pirate
(1880)
de Walter Scott.
En conclusión, la piratería en el Romanticismo es un tema
de gran interés puesto que revela una visión general del contexto histórico en
el que surge, encarnada en un personaje marginal de la sociedad. Además, posee
un gran valor literario en cuanto a que la imaginación es parte fundamental de
estas obras. Es un perfecto ejemplo de docere,
movere y deleitare.
A continuación se muestran dos conocidos ejemplos de
poemas románticos sobre piratas:
Con diez
cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
[…]
Que es mi
barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Canción del pirata (1839) José de Espronceda.
- I -
sobre las pardas ondas turbulentas,
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son nuestros pensamientos como él, grandes;
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es nuestro corazón libre, cual ellas.
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Do blanda brisa halagadora expire,
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do gruesas olas espumando inquietas
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su furor quiebren en inmóvil roca,
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hed nuestro hogar y nuestro imperio. En esa
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no medida extensión, de playa a playa,
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todo se humilla a nuestra roja enseña.[…]
El corsario (1814) Lord Byron.
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